Nunca se debe
menospreciar la inteligencia de nadie. Independientemente del
coeficiente intelectual de cada persona y de la forma en que lo
utilice. Pero que duda cabe que TODOS clasificamos a las personas
dependiendo de nuestra afinidad con ellas. Todo cuenta y todo vale.
Experiencias personales, profesionales, aficiones... todos elegimos
(o mejor dicho, deberíamos elegir) con quien mantenemos una postura
mas cercana o distante, quien nos cae bien o nos cae mal e incluso
con quien debemos o no debemos ir.
El problema, lo que me da
verdadera lástima, son esas personas (que supongo también
inteligentes) que se dejan influenciar por terceros hasta el punto de
intentar dañar, destruir y vilipendiar a otras personas por un
simple interés pasajero ya sea este relacionado con una amistad, con
un trabajo, con una afición o con cualquier otra faceta de la vida.
Y más que lástima me
dan pena, las personas que incitan a que esto sea así... pues
amparadas en un virtual pedestal que creen de piedra, divino y eterno, el tiempo lo
convertirá en lo que es, en sucio barro. Cuando eso ocurra y su
nivel sea el ras del suelo, se darán cuenta de que hasta aquellos que otrora
fueron fieles lacayos y perros de presa a su servicio se revolverán
mordiendo sin piedad a quien tanta carnaza les dió sin importarles lo mas
mínimo.
Yo también hablo y
opino. Estoy en mi derecho. Pero tengo por norma no hablar de quien
no conozco. Hablo de lo que sé (o creo saber) y de quien conozco (o
creo conocer). Puedo mencionar alguna anécdota o circunstancia en la
que yo mismo o alguna persona de mi entorno se haya visto inmersa con
relación a terceros, pero juzgar, y lo que es peor, sentenciar y
condenar, no es algo que entre dentro de mis formas habituales.
Por lo visto, no todos
somos así y últimamente leo comentarios (o me los envían, que el
copia/pega funciona de maravilla) que pretenden dañarme profesional
y personalmente. Comentarios algunos que me llaman la atención, unas
veces por inexactos, otras porque de un gran círculo solo una
persona conoce (lo que la delata como persona a la que dirijo el
párrafo tercero) y otras porque son cuestiones que simplemente llevo
con orgullo, me honran y jamás he pretendido ni pretendo ocultar.
Respeto. Respeto y paz.
Para crecer como persona, como profesional o como lo que sea la peor
estrategia es dañar o tirar por tierra a quien crees tu adversario.
Al final esa política destruye a quien la practica. También la
política del avestruz (aún aparentando ser mas inteligente) a la
larga (o no tan larga) se descubre. Puede mas la curiosidad que la
paciencia.
Insisto, ni boceras ni
pedestales divinos. Todos iremos mejor y cada cual, su camino.
Antonio Lozano.